sábado, 30 de mayo de 2009

La televisión, esa inocente culpable


(por Juan Antonio Pérez-Bello)
Hace algunos días asistí a una charla-coloquio que ofreció mi buen amigo Salvador Berlanga en torno al tema “Educación para el consumo”, organizada por FAPAR, el IES “Damián Forment” y el Colegio “El Justicia de Aragón”. Fue una deliciosa tarde en la que pudimos disfrutar escuchando las palabras firmes y cargadas de sentido común a las que nos tiene acostumbrados. Firmo todo lo que allí se dijo y le agradezco, igual que lo hice en persona, su franqueza y su valentía para bien de quien le escuchamos y de la educación de nuestros niños y jóvenes.

Así y todo, hubo una afirmación que deseo comentar, pues me parece que algunas veces las ideas pierden su significado si son repetidas demasiado y, en ocasiones, sin haber reflexionado lo suficiente. Allí se dijo: “Hay que ver menos la televisión y hablar más con nuestros hijos”. Y vi cómo todos los asistentes asentían, complacidos, ante semejante aseveración. Lo que yo propuse en ese instante fue modificar una palabra, sólo una, y decir: “Hay que ver menos “esta” televisión” pues creo, y lo creo firmemente, que la televisión es una herramienta muy útil en nuestra vida, que puede ser de una gran ayuda en la educación de nuestros hijos y nuestros alumnos. Y es que hay “varias” televisiones. Está la televisión de “Física y química”, la de “Gran Hermano”, la de “O.T.” y la de “La noria”, pero también está la televisión de “Canal de Historia”, de las retransmisiones deportivas vistas en familia, de las buenas películas compartidas o de las series de calidad (y aquí cada uno tiene que mojarse y elaborar su propia lista) disfrutadas juntos. Y “esa” televisión no perjudica, no aliena, no ensucia, no distorsiona. Al contrario: hace nuestra vida mejor, nos ayuda a crecer, instruye y favorece las relaciones personales.

Llevo muchos años trabajando con los medios audiovisuales, hablando de cine, enseñando que el vídeo y la televisión son utensilios educativos y formativos y que, utilizados con sentido común (y ya es la segunda vez que utiliza esta expresión en este artículo), son unos excelentes compañeros de viaje. De ello hablo aquí, donde que procuro compartir ideas, experiencias, ilusiones y proyectos.

En casa se ve la televisión, pero se ve con criterio, se ve siempre juntos, se negocia lo que vamos a ver y la utilizamos como elemento que nos acerca, nos hace cómplices y nos permite crecer y aprender. Y así, créanme, sí se puede ver la televisión.
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